sábado, 21 de enero de 2012

Elogio de la ociosidad

Hace algunos años, alguien de quien no me fío demasiado me contó una historia curiosa sobre Bertrand Russell que, evidentemente, no me atrevo a reproducir. No escribo estas líneas para difundir rumores de los que no estoy seguro sobre la vida personal de este curioso cruce de matemático y filósofo. Como casi siempre, me asomo a esta ventana para comentar un libro. En este caso, se trata de Elogio de la ociosidad, que cayó en mis manos gracias a una interesante colección sobre los premiados por la Academia Sueca que ofreció el diario Público a un precio irresistible. El título del libro está tomado del título del primero de los microensayos que se recogen en el volumen. Se trata de una serie de reflexiones que, según el propio autor, pretenden analizar “ciertos aspectos del problema social que tienden a quedar ignorados en los conflictos políticos”. El libro se abre planteando la necesidad humana del ocio y el tiempo libre, una necesidad que solo puede ser cubierta de modo efectivo con una planificación racional del mercado laboral de forma que todos sin excepción trabajen (sin posibilidad de una riqueza ociosa ni de una pobreza condenada al paro), pero lo hagan un menor número de horas. El tiempo libre se define como una necesidad para la civilización que acabará por hacer más bondadosas a las personas. En “Conocimiento Inútil”, se nos invita a pensar sobre los efectos beneficiosos que produce el conocimiento en el ser humano y sobre la necesidad de replantearnos ese criterio que nos hace desdeñar todo conocimiento que no sea directamente aplicable o susceptible de generar alguna ventaja económica. Para ello, argumenta que el conocimiento es susceptible de ampliar los horizontes personales y ofrece formas de autoafirmación y prestigio al margen de la violencia. “Arquitectura y problemas sociales” es un lúcido análisis sobre los perjuicios que causan las condiciones de las viviendas en los suburbios marginales de las grandes ciudades, unos perjuicios que se producen, sobre todo, en las mujeres y en los niños. En este ensayo, se expone la necesidad de una incorporación de la mujer al mundo del trabajo y se aboga por la creación de guarderías en cada bloque de viviendas, de forma que los niños pudieran estar cuidados y desarrollando sus potencialidades en las mejores condiciones. “El Midas moderno” destroza toda esperanza de seguir creyendo en la equivalencia entre las reservas de oro y los sistemas monetarios de cada país y, poco a poco, va desgranando cómo este papel lo han ganado el mundo del dinero y las finanzas. En este punto, el libro se muestra revelador: los intereses del sector financiero nunca coinciden con los intereses generales de la sociedad y no es muy inteligente dejar que esta gente asuma cuotas de poder muy elevadas. ¿Os suena de algo? “La ascendencia del fascismo”, “Scila y Caribdis, o comunismo y fascismo” y “La coyuntura del socialismo” son los tres ensayos con un mayor contenido político. Desde un análisis del fascismo como triunfo de las filosofías irracionales, como una rebeldía frente a la razón, se pasa a una crítica a ambos sistemas totalitarios y, por último, se ofrece un modelo político de carácter socialista apoyado en argumentos como la posibilidad de ocio, el fin del beneficio económico como motivación, la desaparición de una clase privilegiada que no trabaja e, incluso, la disminución de posibilidades de que se produzca una guerra. “Civilización occidental” es, como su título anuncia, una mirada detenida a lo que nos define como sociedad desde una perspectiva histórica, donde se define la civilización como una combinación de previsión y conocimiento y en el que se demuestra la intolerancia que ha caracterizado a Europa durante siglos. “Sobre el cinismo de la juventud” pretende arrojar luz sobre las actitudes de la juventud occidental, que parecen incapaces de creer en los viejos ideales como la religión o la patria. En “Homogeneidad moderna”, se discuten las ventajas y desventajas de la estandarización y la uniformidad en las formas de ser y comportarse, deslizando la posibilidad de que tal circunstancia sea una tendencia inevitable en nuestras sociedades que, además, facilitaría unas mayores cotas de felicidad y cooperación pacífica. “Hombres versus insectos” afirma que son estos últimos la mayor amenaza para la supremacía del ser humano sobre la tierra, una amenaza que solo la ciencia puede mantener a raya y se pregunta si no sería mejor, desde un punto de vista cósmico, la victoria de los insectos sobre el ser humano. “Educación y disciplina” relaciona la actividad educativa con el concepto de civilización y subraya el problema del agotamiento físico y mental del docente. En “Estoicismo y salud mental”, la preocupación se centra en el miedo a la muerte y en la necesidad de educar este sentimiento en una sociedad en la que la religión va perdiendo cada vez más terreno. “Acerca de los cometas” toma a estos cuerpos celestes como excusa para poner el acento en la artificialidad de nuestra vida diaria. El libro se cierra con “¿Qué es el alma?”, donde se contrastan los puntos de vista materialista e idealista en el terreno de la ya muy vieja dualidad entre mente y cuerpo. Posiblemente, todas estas ideas resulten poco novedosas, algunas, incluso, un tanto rancias. No voy a discutirlo. Simplemente, me gustaría señalar antes de terminar que estos pequeños ensayos fueron escritos entre 1932 y 1935.

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