viernes, 22 de diciembre de 2006

Versos estúpidos II: balada para un blog melancólico

Blog desapercibido, desterrado,
hecho de soledad, sin comentarios,
visitas ni menciones.
Este ínfimo blog, que nunca quiso
ser Borges, ni Bisbal, ni Butragueño,
llora con acritud, derrocha envidia
de tantos blogs famosos, comentados.
¿Es que ya se ha quedado sin amigos?
¿O es que ya no os da pena,
cago en San Blas bendito,
dejar tantas entradas y tan bellas
sin fe ni comentarios?

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Versos estúpidos I

De cuando en cuando, se me ocurren versos estúpidos. Se trata de versos que tienen un fundamento métrico como para sostenerse pos sí mismos, pero que, por su estupidez extrema, se convierten en algo indefendible. Y digo esto porque se me ha ocurrido la genial idea de ir publicándolos en el blog según me vayan saliendo.
En esta primera entrega, os dejo un verso de un posible libro llamado Secretos inconfesables de un ciclista humilde. El verso, que podría formar parte de un soneto con un tono elegiaco, es el siguiente:
el maillot amarillo es mi condena

He vuelto a estar en Madrid


El Madrid que me gusta está debajo de Castellana, de Colón, de la calle Preciados. El Madrid que me gusta es el del aire congelante en los paseos por las cavas, es la fiesta de Diciembre en Fuencarral y el 2 de Mayo. Ese Madrid que me gusta no está en las barcas del Retiro y sí en cada árbol, en cada pequeño puente que se abre al paso de las familias, de parejas atravesadas por la euforia de un vaso de vino. He vuelto a estar en Madrid y recuerdo muchos puesamínomegusta, recuerdo muchos prejuicios escondidos en retórica. Esta ciudad, cuando sabes mirarla, es una pequeña América Latina, una cadena de pianos, trompetas, saxofones, una excusa para volver a Lope, a Calderón. El Madrid que me gusta tiene unos intestinos ferroviarios, una tendencia irrevocable al arte.

lunes, 11 de diciembre de 2006

el tiempo mira al tiempo y lo devora

Lo malo de abandonar el blog durante tanto tiempo es que uno ya no sabe que contar. Cuando uno escribe, ya sabe de antemano que la experiencia no cabe en unas cuantas líneas (por muchas que sean), pero narraros ahora todo este tiempo, que ha vasculado entre la pereza para escribir nuevas entradas y las dificultades informáticas (sí, una vez más, y en esta ocasión la placa base, casiná), se me antoja inabarcable. No penséis que no sé lo que es un resumen. Es sólo que la palabra resumen no me gusta. Es una palabra que se asocia, casi automáticamente, a la parte económica del aprendizaje, a ese rendir cuentas que se parece más a un tiroteo que al conocimiento. Cuando me dicen que haga un resumen, no sé si quieren venderme un móvil o lo que quieren es robarme las gafas...