domingo, 30 de mayo de 2010

jueves, 20 de mayo de 2010

Algún día había que empezar

Desde hace algún tiempo, sigo y comento algunos de los blogs de fútbol que conozco. Sin embargo, apenas me atrevía a hacer veladas referencias al tema en mi propio blog. Espero que hoy comience una nueva etapa. Empiezo con un tema que me preocupa hace tiempo. Como sabéis los que me conocéis, soy madridista y, para romper estereotipos, no soy raulista. Me permito copiar aquí el comentario que he escrito al respecto en otro blog, ya que creo que deja bastante clara mi postura al respecto:

Pues lo de Raúl, de verdad, nos va a lastrar hasta el fin. Eso de tener que regalarle minutos para que no se cree mal ambiente con él, lo que provoca es mal ambiente en los demás que compiten por sus puestos (lo digo en plural porque este año ha jugado, que yo recuerde, como delantero y como mediapunta). En ningún club que pretenda ser un referente en Europa, repito en ninguno, puede darse la circunstancia de anteponer el cabreo de un veterano a las necesidades y aspiraciones del equipo. Lo digo claro aunque se me critique, ser raulista hoy en día (me refiero a los que piensan que debe ser titular) es perjudicar al equipo. Habrá quién inocentemente crea que soy exagerado y que el 7 se gana los minutos que juega. A éstos les digo que el tiempo va a poner las cosas en su sitio. Otros, sobre todo periodistas, con una declarada afición hacia el Barsa y el Atlético, afirman con sonrisa maliciosa que el 7 se lo merece todo, que hace vestuario, enseña los valores del club, etcétera. A estos les digo que saben muy bien lo que hacen, porque su objetivo es la inestabilidad deportiva del club: ¿Raúl enseña los valores del club? Guardiola sí enseña los valores del Barsa y, cuando hubo que largarlo como jugador porque ya no estaba para competir, no se tuvo ningún problema en despedirlo. A mí no me parece mal que Raúl tenga un cargo en el club y creo que podría hacer un buen trabajo en la cantera si dejara de pensar en el dinero y en su propio egoísmo personal. ¿Raúl es un símbolo? No digo que no lo haya sido, pero su comportamiento actual deja mucho que desear y esa no es precisamente la actitud que hay que enseñar a los futbolistas de este equipo. El Madrid debe ser una élite y hay gente como Zidane que supo ver a tiempo que debía dejar el sitio a otros. ¿Queremos un símbolo? Lo tenemos joder: el escudo, la camiseta blanca, el estadio: esos son los símbolos de un club. Actualmente, en la plantilla, están surgiendo otros jugadores cuya profesionalidad es también un símbolo en el campo: Ronaldo, Albiol, Pepe, Alonso, Van der Vaart. Y en el banquillo, tenemos a un pedazo de futbolista que ve los partidos nervioso, pregunta a los periodistas como va el Barsa, celebra los goles como si fueran suyos y encima no pide minutos por decreto: Mahamadou Diarrá. Un tipo que, por ser centrocampista y africano, tiene el San Benito de ser mediocentro únicamente destructivo. Este tipo ha tenido la mala suerte de jugar partidos en los que el equipo ha perdido, pero yo no creo que haya sido por su responsabilidad. Os dejo el
link de un video, en el que se ven detalles de su actuación ante el Sevilla en el Pizjuán.

viernes, 7 de mayo de 2010

Las coplas del hombre cuchara I: Spoonman

Inauguro con esta entrada una sección a la que pretendo dar cierta continuidad. Se trata de hacer un homenaje poético a las canciones en lengua inglesa que me han hecho vibrar. Para ello, he decidido traducirlas con cierto toque personal, aunque tratando de respetar el mensaje de las letras. Debido al título elegido, es obligado empezar este experimento con El hombre cuchara de Soundgarden.



El hombre cuchara


Experimenta el ritmo

a través de tus manos,

hombre cuchara, roba

el ritmo mientras puedas,

que tu voz verbalice

el ritmo sin ayuda,

que tu voz verbalice

el ritmo cuando estés

completamente a solas.


Hombre de la cuchara,

confluye con tus manos.

Sálvame, estoy contigo

en tu proyecto. Sálvame.


Mis amigos son, todos,

indios, sin excepción.

Mis amigos son, todos,

morenos y rojizos.

Mis amigos son, todos, esqueletos,

sienten latir el ritmo entre sus huesos.


Hombre de la cuchara,

confluye con tus manos.

Sálvame, estoy contigo

en tu proyecto. Sálvame.


Experimenta el ritmo

a través de tus manos,

hombre cuchara, roba

el ritmo mientras puedas.




jueves, 6 de mayo de 2010

El ciego Pew

El impulso para leer La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson se lo debo a Borges. Después de haberlo terminado, me siento al final de un camino que he transitado en sentido contrario y que empezó hace muchos años con el descubrimiento de un soneto de gran madurez del poeta argentino, cuyo título es Blind Pew y que hace referencia al gran clásico de la literatura juvenil y de aventuras. En aquel tiempo, consciente de lo tardía que había sido mi incorporación a la comunidad de lectores, el título del poema me resultaba un enigma y lamentaba no haber recurrido a Stevenson en una adolescencia no tan provechosa como me hubiera gustado. La isla del tesoro se quedó en la lista de asignaturas pendientes con un lamento hasta que, hace un par de meses, encontré las ganas suficientes para acometerlo. Probablemente, uno no termina de entender del todo a los escritores que admira hasta que no ha bebido de sus fuentes, hasta que no comparte las referencias de su universo cultural. Sólo entonces se puede hablar de un perfecto desconocido con el cariño que se podría hablar de un hermano. Borges fue un niño marcado por su destino. Desde muy pequeño, Borges fue hablante nativo de las dos lenguas con las que construyó su identidad social, la española y la inglesa. También desde muy pequeño, su padre le abre las puertas de su biblioteca y lo arroja al seno de los libros. Entre estas lecturas tempranas, está La isla del tesoro. ¿Por qué se desarrolla semejante fascinación por esta novela? ¿Cómo se convierte el pirata Pew, uno de los protagonistas de las primeras páginas del libro, en una voz tan potente de la confederación de almas que conforman al poeta bonaerense? Borges fue un niño marcado por la herencia de su padre, Jorge Guillermo Borges, un escritor frustrado que pide a su hijo que dedique su vida a escribir, un hombre que a causa de una patología pierde la visión. Burlas del destino: Borges consigue ser el escritor que su padre nunca pudo ser, pero no se libra de la influencia de la enfermedad paterna y acaba por quedarse ciego. Es, en este contexto, donde podemos valorar la importancia del ciego Pew para un Borges que había asistido durante su adolescencia a la pérdida de visión de su padre. Una mancha de oscuridad crecía en silencio alrededor del poeta argentino, una oscuridad densa que esperaba el momento oportuno para apoderarse de él. Como bien resume el soneto, el pirata Pew es poco menos que un paria, debido a su condición de ciego y a su vida mendicante, pero albergaba la esperanza de un tesoro que tuvo y está enterrado en playas lejanas. De la misma forma, Borges también tuvo el tesoro de su infancia y asiste a la amarga realidad de perder el sentido más preciado para un lector empedernido. Se siente robado, empujado a una vida paria y dependiente, pero también tiene su esperanza en una lejana costa. Y así es como termina el soneto:

A ti también, en otras playas de oro,
te aguarda incorruptible tu tesoro:
la vasta y vaga y necesaria muerte.