sábado, 1 de julio de 2023

La ciudad

En una sociedad como la que sufrimos, “La ciudad” de Lara Moreno (Editorial Lumen) es un libro necesario. En una sociedad en la que hay grupos de poder que pretenden negar la evidencia, en la que hay mucho dinero al servicio de la construcción de un discurso cultural que no tiene ningún fundamento fáctico, “La ciudad” es mucho más que una novela, una magnífica novela que obliga a quienes la leen a volver la mirada hacia la realidad y que desglosa algunas de las violencias que atentan en nuestro día a día contra las mujeres. En la página 82, la autora nos espeta: “Siempre es ridícula la violencia un segundo antes de que empiece a ser insoportable.” Quien no sepa ver en la cita un reflejo del tiempo que nos ha tocado vivir, no merece que se le den más explicaciones. Sin embargo, en ningún momento deja de ser el texto un preciso artefacto narrativo. La lectura de sus ágiles capítulos supone la inmersión en las vidas de tres mujeres tan distintas como unidas por la invisibilidad social de sus tragedias. “La esclavitud luce cadenas invisibles” puede leerse en la página 282, pero es una idea que viene tomando forma desde que arranca la novela en un apartamento de la madrileña Plaza de la Cebada. Con un lenguaje que perfila lo abominable, con un vocabulario que nombra el infierno interior, el abismo doméstico, las tres historias se van cruzando y desarrollando sin mezclarse, dando así fe del aislamiento en que se asfixian sus protagonistas. Por todo ello, pienso que deberíamos congratularnos de la publicación de libros como “La ciudad”. Después de todo, esa es la más clara muestra de que aún no lo han conseguido, aún no han logrado encalar la sociedad, ni ocultar los relieves y las diferencias. Pienso, además, que es nuestra obligación como lectores y lectoras no dejar que libros como este queden circunscritos a determinados círculos de afinidad cultural o ideológica. “La ciudad” es una novela con valor de respuesta, con fuerza de argumentario desde su capacidad para generar empatía. Es cierto que, para entenderla hasta sus más profundas implicaciones, para asumir la existencia de lo que nos plantea, se requiere probablemente una predisposición, un marco previo de apertura y sentido común que, por desgracia, es cada vez menos habitual. Pero, al mismo tiempo, es innegable el poder de convicción de una buena historia, es decir, de una historia bien contada y eso con Lara Moreno está garantizado.