miércoles, 2 de julio de 2025

Canícula

Sentencia Luis Cernuda en su magnífico Luis de Baviera escucha Lohengrin “que los dioses castigan concediendo a los hombres / lo que éstos les piden”. Ahora que coincide la primera ola de calor del verano con mi relectura de su obra, se me antoja que estos versos nos dan, hasta cierto punto, una interpretación verosímil de los días que vivimos. En una sociedad que no se muestra preocupada por el cambio climático, que aplaude los inviernos y los otoños en los que el termómetro se mueve con confianza entre los 20 y 25 grados, la traducción estival no puede ser más que esta. Es como si un ser superior nos dijera con un tono de recriminación: “¿No queríais mangas cortas en febrero? Concedido, pero ateneos a las consecuencias”. Y, así, una vez llega el sacralizado verano y sus milagros vacacionales, tenemos que cargar también con esta joroba de avisos naranjas y amarillos. Este es el peaje, estos días de escasa utilidad que impiden hacer uso de los espacios públicos, que hacen difícil disfrutar de los placeres del verano y que se permiten el lujo de abolir la paz del sueño y del descanso. No merece la pena. Está claro. Pero tampoco conviene amargarse demasiado porque no tiene remedio. Al menos (este es mi consuelo), seguimos encontrando en la lectura respuestas para casi todo.

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