miércoles, 4 de abril de 2012

Lectores, el libro ha muerto.


Las conversaciones sobre la muerte del libro tradicional a manos de los ebooks y los ereaders me recuerdan a aquellas que mantenía en la infancia acerca de los cambios que nos traería el futuro en la vida cotidiana. Muy típico era imaginar que en el año 2000 veríamos volar los coches, pero parece que llevamos doce años de retraso y, probablemente, acumularemos muchos más. El futuro ya no es lo que era, decía mi amigo Dani en tono de broma, no sé si consciente de que su frase resume a la perfección la innegable distancia que existe entre lo que imaginamos por anticipación del porvenir y las realidades que nos acabamos encontrando ¿Estamos seguros de que el formato papel está en riesgo? A la espera de que se publiquen los datos de 2011, las conclusiones del Estudio de Comercio Interior del Libro en España no son claras. El titular puede adivinarlo cualquiera: las ventas de libros caen un 7% pero crecen en formato digital. Con todo, la facturación alcanzó los 2890 millones de euros. En cambio, la recaudación obtenida de la venta de libros en formato digital llegó a los 70,50 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 37% con respecto al año anterior. Entrando un poco más en detalle, este crecimiento no parece el esperado cuando llevamos ya varios años escuchando que el ereader va a ser el regalo estrella de las Navidades, la oferta de títulos se incrementó en el mismo año en un 141% y, lo más importante en los tiempos en que vivimos, los beneficios obtenidos a partir de la venta de títulos digitales representan tan solo un 2,4% del total. No parece que la muerte del formato papel sea, por tanto, un hecho tan claro en estos momentos. Si, en plena crisis económica y en general social, un formato tan aparentemente económico, cuyas ventajas en lo que se refiere al espacio son tan evidentes y que cuenta a su favor con el factor moda no ha sido capaz de hundir de forma más eficaz el mercado editorial tradicional, es porque las noticias sobre la muerte del libro tal y como lo conocemos estaban siendo muy exageradas. Como en todo fenómeno de transformación cultural, gran parte de la evolución de las tendencias deben su éxito no solo a la bondad de los cambios, sino también al grado de acierto o error con el que se toman las decisiones empresariales. El celo excesivo por monopolizar sectores del mercado lleva con frecuencia a la autolimitación de los beneficios, aunque a corto plazo pueda parecer lo contrario. Son muchos los aspectos que podrían analizarse para dar explicaciones sobre el extraño patrón de asentamiento que están teniendo los ebooks en el panorama cultural. Empecemos por los soportes. Hay muchísima gente que declara sufrir un cansancio prematuro al leer en pantallas, especialmente, en pantallas de ordenador. Además, los ereaders y tabletas están todavía a precios poco asequibles y el cuidado que se debe poner en protegerlos de todo riesgo los excluye de entornos de lectura tan placenteros como, por ejemplo, una playa. Por otro lado, el tan alabado ahorro económico que se atribuye al formato digital está más que sobrevalorado. En la página web de una de las mayores cadenas de librerías nacionales, se ofrece Diario de Invierno de Paul Auster en formato electrónico por 14,99 €. Sin embargo, se pueden encontrar ediciones en papel por 18,90 €. Desde luego, esta no es la mejor manera de convencer a un público que sigue siendo reticente al cambio y que, con frecuencia, entiende que los libros tienen una funcionalidad decorativa y sentimental antes y después de su lectura. Después de leer un ebook, al lector no le queda nada. Sin embargo, el libro, después de su lectura, sigue siendo un objeto entrañable, empapado de emociones. Creo que el debate tiene más sentido si se centra en géneros y tipos. La literatura tardará mucho en sufrir la muerte del libro, si es que llega a sufrirla alguna vez. Sin embargo, los libros técnicos sí parecen estar avanzando hacia el polo de la digitalización a una mayor velocidad. Según el Estudio ya citado, el 68,9% de los libros vendidos en 2010 pertenecen al ámbito de la economía y el derecho. Y detrás de este hecho está la realidad indeludible de los perfiles de consumo. Evidentemente, no se siente tanto apego a un volumen de Derecho Administrativo cuando se acaba de usarlo que, por poner un ejemplo fácil, por un ejemplar de La voz a ti debida después de una primera lectura. De momento, esta realidad no se puede rebatir.

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