jueves, 26 de mayo de 2011

Feria del Libro 2011

Escribo esta tarde con el único motivo de celebrar el regreso de la Feria del Libro de Huelva a la Plaza de las Monjas, centro estratégico de la vida comercial de la ciudad y su lugar natural, a pesar de que las malas decisiones de los últimos años la hayan arrastrado a un exilio que iba relegándola a un papel cada vez más secundario. Se puede decir que hay que pensar en los ciudadanos que no viven en el centro, se puede alegar que aquellos que tengan un verdadero interés en la lectura acabarán por acudir independientemente de su emplazamiento, se pueden dar razones hasta el aburrimiento para defender (casi) cualquier cosa. Pero está bastante claro que, en este caso concreto, defender una Feria del Libro en cualquier otro lugar que no sea la Plaza de las Monjas es autoengañarse o pretender engañar. Cualquier iniciativa que vaya destinada a la promoción y el aumento del consumo de un producto tiene que estar ubicada en un lugar con un gran tránsito de ciudadanos y, especialmente, de ciudadanos que se pasean con la predisposición de consumir, en este caso, comprar. Porque no debemos perder de vista que la lectura es un hábito que es necesario promocionar, que los protagonistas de la feria deben ser los libreros y que los libreros viven, comen, de la venta de libros. Si esta circunstancia es tan importante en la celebración de una feria del libro en cualquier ciudad de mayor tamaño, en una ciudad como Huelva se hace decisiva. Como todos sabemos, en las ciudades pequeñas, todo suele estar centralizado en torno a una determinada zona en la que conviven el ayuntamiento junto a la mayoría de instituciones públicas, algunos de los edificios más antiguos y emblemáticos y, por supuesto, una red de calles peatonales donde abundan los locales comerciales (al recordar este tipo de cosas uno no sabe si sentirse tonto o si corre el riesgo de que se sientan tontos los demás). Cualquiera que conozca Huelva, tendrá claro que el lugar natural del evento debe ser, por tanto, el que se ha elegido este año. Los años en los que la Feria del Libro ha sido llevada hasta el mismo límite en que se acaba la ciudad no solo han sido un fracaso económico para los libreros, además, han demostrado que el Ayuntamiento no tiene ningún interés en ofrecer una feria de calidad. Lo siento mucho si suena duro, pero es así. Evidentemente, la recuperación de su hábitat, no es la única tarea pendiente y esta celebración anual corre el riesgo de acabar desapareciendo si no conseguimos que vuelvan a ella algunas de las librerías más importantes de la ciudad que, según parece, tienen un mayor beneficio económico ausentándose. Está claro que una programación de visitas de escritores con mayor gancho y capacidad de promoción tendría como efecto inmediato una mejora en la presencia de público y, como consecuencia, un aumento de las ventas. Hace un par de días escuché a mi amigo José Manuel Alfaro decir que el problema de la Feria del Libro en nuestra ciudad es, precisamente, que la organiza el Ayuntamiento y no el propio sector librero como colectivo o asociación. Después de la experiencia de los últimos años, sería muy positivo que esta situación se invirtiera y fueran los propios libreros quienes tomaran la rienda de esta parcela de la promoción de la cultura.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola guapo!

Cierto que este año han vuelto a poner la feria del libro en la Plaza de las Monjas,pero los libreros parece que están castigados. Los han puesto en una esquinita mirando a la pared!! No hay derecho...

Sr. Lenguado dijo...

Hola. Muchas gracias por el comentario. La verdad es que el regreso a su lugar natural parece que se ha hecho a regañadientes y como si no quedara más remedio. Esperemos que, poco a poco, los pequeños esfuerzos que se están llevando a cabo desde sectores no institucionales sirvan de algo y se deje de ver a la cultura como una obligación molesta, cuando debería tratarse de un voluntario gozo.

Sr. Lenguado dijo...

Por cierto, estaría bien que dejaras tu nombre al final de los comentarios. Así sé quién me los hace. Un abrazo.