jueves, 19 de mayo de 2011

En estos días

En estos días, en que parecen renacer las llamas del incendio ideológico, recuerdo una secreta convicción que siempre he tenido: todo es política. No hay ningún ámbito de la vida humana que no esté mojado, impregnado de política. Tomar café, dejar de fumar, dormir plácidamente, pagar el impuesto de circulación, caminar hasta el trabajo, todo es política. Antes de ningunear mi opinión, pido a quien la lea o la escuche que piense en la etimología de la palabra, que olvide las connotaciones negativas que hemos ido añadiéndole a fuerza de desengaños, que consulte el diccionario de la RAE y compruebe que política es también:

  • la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos.

  • la actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.

  • la cortesía y buen modo de portarse.

Si todo es política, todos somos política. Y aquellos que se declaran apolíticos también están adoptando una postura política, de la misma manera que también comunican con su actitud aquellos que pretenden de forma consciente no comunicar nada. El apolítico será conservador si entiende que no hay nada que pueda o merezca ser cambiado, será antisistema (o anarquista) si entiende que los mecanismos que rigen la participación ciudadana en los Estados contemporáneos son más estéticos que funcionales, pero esa declaración voluntaria de situarse fuera del actual mundo de la política con todas sus connotaciones negativas no deja de ser una forma de posicionarse políticamente.


En estos días en los que parece que no queda ni un solo rastro de esperanza. En estos días en los que somos conscientes del largo tiempo de crisis económica que aún nos queda, en que no parece enmendarse el drama del desempleo, en que algunas de las generaciones mejor formadas están condenadas a fracaso profesional y algunas de las generaciones que más han trabajado ven peligrar el futuro de sus inminentes jubilaciones, entiendo que los movimientos 15M y Democracia Real Ya no son más que una consecuencia lógica del tiempo en que vivimos. ¿Qué hacer cuando no hay futuro inmediato? ¿Qué hacer ante el inmovilismo al que nos quiere someter la dictadura del mundo financiero? ¿Acaso creen que se puede desincentivar incluso el derecho a quejarse, a regar las calles de rabia?


En estos días en que se acaba la campaña electoral, algunos seguimos buscando entre los nombres de los candidatos aquellos que nos parecen menos malos y no podemos obtener ninguna conclusión definitiva. Después de eliminar a causantes de la crisis, imputados por corrupción, derrochadores, chaqueteros, marionetas, voces sin propuestas, intolerantes, desdeñosos, autoritarios y populistas, creo que no queda ningún candidato al que votar. Por eso, puedo comprender el impulso de aquellos que piden abiertamente el voto en blanco o la renuncia al voto como medio de protesta ante este sistema que se ha demostrado agotado, insuficiente, para responder a las aspiraciones y necesidades de los hombres y mujeres que lo mantienen. Yo, sin embargo, pienso que la participación en las elecciones debería ser un derecho irrenunciable. Nos piden la opinión cada cuatro años y yo no pienso desperdiciar la oportunidad de manifestarla. La mayoría estamos de acuerdo en que el problema es la dinámica de bipartidismo que se ha impuesto, empobreciendo la vida política del país. Pues votemos en consecuencia, no nos dejemos convencer por la falacia del voto útil y, por supuesto, emprendamos iniciativas destinadas a cambiar la ley electoral y la asignación de escaños siguiendo el sistema de D'Hondt, que desprecia el número de votos totales en favor de un criterio tan interesado y manipulador como la concentración. Lo siento, pero yo pienso votar.


En estos días en que las redes sociales son un hervidero de mensajes con referencias a las concentraciones y acampadas que se están llevando a cabo por todo el país y a su compatibilidad con la campaña electoral y la ya cercana jornada de reflexión, he leído un tweet muy certero que, en esencia, decía: no hay que preocuparse tanto por lo que se hacer o no estos días previos a las elecciones, lo importante será lo que suceda a partir del lunes y esto vale para políticos y para manifestantes.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esperanza sí que nos queda, por lo menos en Madrid :) de hecho, como dice el dicho, Esperanza es la última que se pierde

no podía resistirme a hacer el chistecillo, jiji

un abrazo

Sr. Lenguado dijo...

Ante todo, muchas gracias por comentar. Siempre hace ilusión que alguien se pare a dar su visión personal sobre cualquiera de los textos que voy publicando en el blog. Evidentemente, hay que mantener la esperanza, aunque esa misma palabra nos provoque reacciones extrañas cuando se aplica a ciertos nombres propios. Me hubiera gustado que firmaras el comentario para poder saber quién eres. En cualquier caso, un abrazo.

Anónimo dijo...

es verdad, soy Miguel, estoy tonto, igual pensaba que el ordenador me iba a reconocer y a firmar por mi (estoy en la escuela y las tildes brillan por su ausencia)

repito el abrazo