miércoles, 7 de octubre de 2009

El diluvio de J. M. G. Le Clézio

Cuando en octubre de 2008, se anunció que el nuevo premio Nóbel sería Jean -Marie Gustave Le Clézio, novelista como casi siempre, francés y un absoluto desconocido para el gran público en general y, estoy seguro, para gran parte del sector librero de nuestro país, fuimos muchos los que nos anotamos un nuevo nombre en la lista de escritores pendientes y estuvimos al acecho de que llegaran a las librerías más cercanas algunos volúmenes del nuevo mesías. Esta actitud constituye casi siempre un error. Me explico. Cuando se concede el premio Nóbel, se abre la veda a las reediciones de uno de esos muchos escritores con talento que han tenido la suerte de ser señalados por la Academia Sueca y, por tanto, durante algunos meses, pasarán a formar parte del selecto club de los escritores rentables. Es norma general que estas reediciones suelan hacerse con demasiada prisa, sin revisiones, con el único propósito de ser los primeros en rescatar al genio olvidado y ganar así la cuota de mercado que ofrece el sector de ansiosos que quiere estar al día del valor más cotizado en materia literaria. Esta circunstancia se agrava cuanto más desconocido resulta el escritor, ya que se hace prácticamente imposible encontrar los volúmenes previos a las reimpresiones “postnóbel”. Es, a través de este camino, como llega a mis manos El diluvio, una novela publicada por Le Clézio en Francia en 1966, publicada por primera vez en Seix Barral en 1969 y reimpresa en nuevo formato para la ocasión en octubre de 2008. Lo primero que tengo que decir sobre la novela es que tengo la clara conciencia de no estar ante el mejor libro de Le Clézio, al mismo tiempo, es indiscutible que no he leído la mejor edición. Para empezar, la calidad de la impresión tipográfica es muy baja, cuando uno abre el libro le parece que la colección Biblioteca Formentor de Seix Barral ha sido pirateada y que se encuentra ante un ejemplar falso. Por otro lado, la traducción está muy lejos de ofrecer una impresión de normalidad lingüística. Son muchos las decisiones de traducción que entorpecen la lectura. Por ejemplo, en determinado capítulo del libro, el protagonista, François Besson, acude con una mujer en el coche de ella a la oficina de correos. Cuando aparcan el coche, la mujer le pregunta si le acompaña al interior de la oficina con la siguiente expresión: “¿Vienes conmigo o te quedas?” A esta pregunta, Besson responde: “Vendré”. Por no alargar más este tema, sólo añadiré otro ejemplo ilustrativo. En varias ocasiones se hace referencia en la novela a objetos (por ejemplo, asientos) que son de una piel que imita el cuero sin serlo. A estos objetos se les llama, en un extraño alarde de economía del lenguaje, asientos de cuero – imitación. En cuanto a calidad literaria, como ya apunté más arriba y aunque no pueda calificarse como una mala novela, espero que no sea la mejor de Le Clezio. La historia que se narra es la de François Besson, un hombre joven que entra en una deriva de inadaptación social que lo lleva a abandonar trabajo, familia, vínculos afectivos, casa y casi todo lo que se entiende como vida y cordura en las sociedades occidentales de los siglos XX y XXI. El diluvio nos enfrenta a una sociedad humana desnaturalizada, en las antípodas de la felicidad y la belleza. El monstruo del desarrollo urbano despersonaliza al individuo y salir de estas dinámicas implica autocondenarse a la locura, a la soledad, a la indigencia. Y no es que yo sea insensible a estos planteamientos. Se trata simplemente del estilo: larguísimas enumeraciones, oraciones sin fin con una creciente dificultad semántica y sintáctica, interminables descripciones de los aspectos más tétricos, desoladores y desesperanzados. En definitiva, me gusta más Poeta en Nueva York que nos muestra ideas muy similares en forma de poemas y su lectura es mucho más fluida. Si lo que pretendía Le Clézio era transmitir la angustia de nuestro mundo al lector, no puede negarse que lo ha conseguido, aunque quizá no a través de los medios que había planeado.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me volvi loca leeyendo el libro, pesima la traduccion. Creo que por eso me costó 20pesos jajaja. Pero me encanta el tema del naturalismo, estoy leeyendo un libro de throeau que habla de la sociedad, él se aleja de ella. Este libro me hizo dar cuenta que no puedes escapar de la sociedad como tantas pelicualas y autores lo dicen, ella te rodea y estamos inmersos a vivir en una, no podemos aferrarnos a la soledad.

Sr. Lenguado dijo...

Acabo de descubrir (un poco tarde) este comentario. Yo pienso que la postura del autor se ve contaminada por la desastrosa traducción. Y te doy la razón: escapar del sistema es imposible. A Thoreau no lo he leído, aunque confieso que me entraron muchas ganas cuando leí "Leviatán" de Paul Auster hace ya muchos años. Es una deuda pendiente. Muchas gracias por comentar y te animo a que lo sigas haciendo. Trataré de estar más atento a los comentarios.

Anónimo dijo...

No pude pasar de la página 30. La traducción no es mala sino pésima y, sobre todo, este libro no pasó por las manos de ningún corrector. La impresión deja que desear ya que a veces algunas letras no se leen.
Devolví el libro a la editorial pidiendo la devolución del importe del libro. No me contestaron nunca. Así tratan a un Premio Nobel con tal de hacer caja.

Enrique Zumalabe Ramblado dijo...

Una vez más, llego muy tarde a los comentarios del blog y, una vez más, pido disculpas. Lo cierto es que hay algunas editoriales que son muy respetadas y, sin embargo, la labor que hacen deja mucho que desear. Recientemente, he descubierto que a mi ejemplar del "Ulises" de Joyce le faltan cuarenta páginas y te puedo asegurar que no están arrancadas por ser un maltratado libro de segunda mano. Es, simplemente, una negligencia en materia de corrección y supervisión de la edición. Muchas gracias por comentar.