jueves, 7 de febrero de 2008

Precampaña electoral

Sería interesante poder definirse u opinar sobre la campaña electoral a través de un soneto: catorce endecasílabos organizados en cuatro grupos y que todo el que quisiera entendiera mis razones o las detestara. Pero lo cierto es que precampaña electoral, por mucho que se empeñen los políticos, no rima con pleno empleo, ni con vivienda, ni con impuestos. Sí rima con seguridad y también con sanidad, pero se trata de rimas asonantes y ya se sabe que un soneto como Quevedo manda se caracteriza por sus rimas consonantes. Mucho más grave es darse cuenta de que la rima con democracia, además de asonante, si es que es rima, podríamos decir que suena forzada. Y forzados suenan los mensajes apocalípticos que algunos se empeñan en difundir. Al menos, los que nos hablan de optimismo, lo suelen hacer con argumentos y no con los gritos desesperados de los que han perdido toda credibilidad y ya no saben que decir. Lo que más me está gustando de esta precampaña electoral son esos señores uniformados que han confundido la misa con el mitin y que vienen a darnos lecciones de derechos fundamentales predicando con sus ejemplos de discriminación a la mujer y marginación de homosexuales. Estamos ante una nueva era: los santos uniformados piden el voto a Dios en nombre de la gaviota… Perdón, me he equivocado, quise decir… Bueno, ya se sabe a qué me refiero. Parece que el espíritu santo ya no tiene forma de paloma, ahora tiene forma de gaviota, con lo que, en lugar de una ramita de olivo en el pico, a lo mejor lo cambian por un pez muerto en una marea negra (la memoria no se pierde). Y parece que representan a mucha población: sólo hay que ver el lleno absoluto de sus aforos todos los domingos. Lo curioso es que los gaviotos ya han declarado públicamente que, en caso de ganar las elecciones, no cambiarán nada acerca de esos dos gravísimos atentados contra la humanidad que son el aborto y la equiparación de los derechos civiles independientemente de la condición sexual de la persona. Entonces, parece que los santos uniformados piden el voto para estos gaviotos que consienten las atrocidades cometidas por otros. Si existe una ética de la incoherencia, es ésta. O quizá la ética y la coherencia estén en el apoyo incondicional.

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