jueves, 8 de marzo de 2007

Fonollosa (link)

Hoy voy a hablaros del libro Ciudad del hombre: Nueva York. Más bien, os voy a resumir el magnífico prólogo de Gimferrer que trae la edición de este poemario en Acantilado. Se trata de un libro con una arquitectura impresionante de tipo coral, en el que cada poema parece estar escrito desde un punto de vista distinto, con distintas ideología y actitudes vitales. A pesar de ello, se pueden identificar tres temas fundamentales: el crimen, la sexualidad y la vida en la ciudad (unas veces como mero telón de fondo y otras como foco principal del poema). La técnica es sorprendentemente unívoca: sólo hay endecasílabos. Pero no por ello, se convierte en una mera repetición de esquemas. Al contrario, una vez se entra en la primera página, un ritmo vertiginoso te lleva a la siguiente y te avasalla con sus mordaz visión del mundo moderno. Si tuviera que ponerle un defecto a Ciudad del hombre: Nueva York, sería que algunos de los versos parecen forzados. En alguna ocasión, parece que las ideas no han querido ajustarse a los moldes acentuales del endecasílabo. Sin embargo, lo cierto es que, si no fuera por este leve detalle (irrelevante a mi entender), el libro de Fonollosa alcanzaría unas cotas de perfección para los que la lírica española, probablemente, no está preparada. En el terreno de lo anecdótico, deciros que, en la época en la que Fonollosa vuelve a Barcelona, despúes de su estancia en Cuba, sus únicas lecturas se reducían a la obra completa de Sade y al periódico La Vanguardia (Nacho, Miguel, Dani, ¿qué os parece?). Para finalizar, os remito al enlace que os he dejado en el título de la entrada y os dejo un poema muy acorde con el día de hoy en que celebramos a la mujer trabajadora:

PRINCE STREET

Debiera liberarse la mujer
de la opresión en que la tiene el hombre.

Bien es verdad que algunas son verdugos
que sin piedad castigan a sus machos.
Mas, por lo general, es la oprimida.
No cuenta como igual individualmente.
Se la ha apartado a un lado y asignado
las funciones higiénicas más bajas:
es cubo de basura de los hombres.

Resulta incomprensible su obediencia
a unas normas injustas desde siglos.
Parece resignada o adaptada,
incluso unas contentas, a estar presa
de algún dictadorzuelo cruel e imbécil
que la veja y le exige una sonrisa.

Sus razones, supongo, habrá tenido.
O, acaso, ha sido un simple experimento
ese dejar hacer. Mas comprobado
de manera exhaustiva que los hombres
no logran resolver la convivencia,
debiera liberarse la mujer.
Y asumir, ella, el mando de la especie.
Nosotros ya tuvimos nuestro tiempo
y hay que reconocer que fracasamos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por alusiones, jijiji: yo no he leído nunca ni a Sade ni La Vanguardia, pero leer periódicos es cosa mala pa la salud, y no sé si es peor leer siempre el mismo o contrastar opiniones, ay.

Por cierto, antes de este poema el coleguita ha leído a Aristófanes por la gloria de Pete Sampras, o algo ha oído. Amén.

Anónimo dijo...

Ay quique, que mal apellido tuvo siempre Fonollosa.


Reamén.

Anónimo dijo...

Qué buena gente era Fonollosa!!!