viernes, 21 de julio de 2006

Estudiar por gusto


Les voy a contar a ustedes qué es, en esencia, estudiar por gusto, estudiar por estudiar, sin esperar nada a cambio. No vayan a creerse el cuento de áquel que estudió ingeniería y ahora, de repente, con su sueldo de 2500 mauros al mes, le da por matricularse en humanidades, antropología o psicología. Qué va hombre. Diga usted que no. Esta suerte de hombres de ciencia arrepentidos no estudian por gusto, sino por arrepentimiento o, en ocasiones, por una ganancia: esa mal llamada cultura general o, mejor expresado, afán de conocimiento. No se dejen ustedes engañar. Estudiar por gusto es sentarse todos los días delante de un material lingüística y conceptualmente empobrecedor, así como repetitivo. Estudiar por gusto es repetirse una y otra vez "tengo que seguir estudiando", a pesar de que uno está punto de vomitar cada vez que lee un párrafo. Estudiar por gusto es pagar ochenta mauros por presentarse a un examen (teniendo en cuenta que el dinero escasea), en el que uno tiene una amplísima probabilidad de aprobar, es decir, un 0,000000000000000001%. Estudiar por gusto es levantarse un domingo a las 7:30 de la mañana, pasar una hora esperando para entrar en el examen, escribir durante cuatro horas y media, desarrollar sendos callos preciosos en los dedos índice y corazón de la mano dominante y, por último, suspender con un cuatro y medio. Por si alguien a estas alturas no lo ha adivinado, estoy hablando de las demoniacas Oposiciones de Secundaria, la más clara demostración de la existencia de Satanás.

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