jueves, 24 de abril de 2008

Feria del Libro

Estamos a 24 de abril de abril y todavía no he ido a la Feria del Libro. Ya hemos atravesado la frontera del 23 de abril, día internacional del libro y consabido aniversario de la muerte dos de los más grandes escritores de la Historia de la Literatura y aún no me he dignado a visitar la Feria del libro de mi ciudad. Yo, que me enorgullezco de defender las virtudes de la lectura a ultranza; yo, que trato de promover entre mi alumnado la lectura y me autoimpongo la obligación de dar ejemplo; yo, que defiendo el libro como soporte completamente válido y contemporáneo y que evito (aunque no desdeño) la lectura en pantallas de ordenador. Pues sí, yo, por ahora, no la he visitado. Cuando lo pienso, no paro de ponerme excusas: la nueva ubicación me cae muy lejos, total si allí sólo voy a encontrar bestsellers con sus correspondientes precios injustos, lee primero lo que tienes en casa (que ya es mucho) y luego te planteas comprar más libros, etcétera. Pero, en raras ocasiones, me planteo las verdaderas cuestiones de fondo, esas que resisten el envite de las excusas y nos enfrentan a realidades que no nos gusta aceptar. Quizá, en el fenómeno de la decadencia de lo cultural en la sociedad (del que tanto me gusta hablar) no sea yo más que otro de sus actores. Es entonces cuando pienso que me acerco demasiado a situaciones de las que siempre quise estar lejos: la pereza para lo cultural, la desidia, la desgana que no me permite encontrar espacios para la literatura, lo mucho que me dura una novela, el olvido de los versos… Esto hay que cambiarlo. Esta misma tarde, me voy a la Feria del Libro.

Obama (si no escribo una entrada sobre esto reviento)

Es probable que se esté produciendo un cambio a gran escala. Deben estar llegando tiempos de cambio, cuando, por primera vez, un candidato a la presidencia de los Estados Unidos con posibilidades reales de ganar no pertenece al arquetipo varón de raza blanca. El fenómeno Obama no podría haberse imaginado hace un par de años y ahora, sin embargo, es de una realidad incontestable. Ante este panorama, algunos se muestran deslumbrados y ya hablan del cumplimiento del más alto sueño de Martin Luther King. Otros consideran a esto sólo un espejismo, que, en el mejor de los casos, no tiene por qué suponer un cambio de rumbo en la política estadounidense y, en el peor de los casos, se nos recuerda que aún se ha consumado el milagro, que la sociedad estadounidense es profundamente conservadora, que en el fondo estamos ante un terreno abonado para la victoria republicana. A su modo, todos podrían tener la razón. De momento, Obama ha querido distanciarse un poco de las celebraciones por el aniversario de la muerte de Martin Luther King. Además, y debido a la lamentable falta de referencias y precedentes, ha buscado sus modelos de identificación en políticos europeos que están lejos de las tradiciones afroamericanas. Conviene recordar que, en algunos sueños, todo parece completamente real y normalizado… hasta que despertamos.

martes, 1 de abril de 2008

El peligro de tener razón es que se acaba creyendo que no hace falta razonar; el peligro de defender una causa justa es que se acaba creyendo que no hay nada que justificar.
Santiago Alba